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Surtido de entrantes: compuesto de Samosas, Paneer Roll, Bhajias y Sabzi Tikki. |
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Los platos principales. |
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Degustación de segundos.... en mi plato. |
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Los postres: helado de pistacho y mousse de mango y papaya con yogur. |
Annapurna es un restaurante hindú, que siempre estuvo en la lista de pendientes, y este fin de semana, por fin, se dio la ocasión para ir.
Llamamos el mismo día y nos dieron mesa para cenar. Nos pareció extraño y nos imagínanos el restaurante desierto. No fue así, el amplio restaurante estaba casi completo.
El sitio es elegante, decorado con sobriedad y estilo, con detalles étnicos, pocos pero muy seleccionados. No os esperéis una explosión de color al estilo Bollywood, ni camareras disfrazadas con saris de poliéster. El salón principal da a un jardín interior a través de unos ventanales que simulan unos arcos inspirados en los palacios hindúes. Quizá los materiales estén un poco obsoletos, pero la esencia del sitio permanece.
El sitio está muy bien para comidas de negocios, veladas románticas o recreo foodie.
Las mesas están alejadas unas de otras discretamente, y lo que más se agradece es la luz directa al centro de cada mesa, allí donde se presentan los platos.
Manteles y servilletas, blancos e impecables. Música tradicional hindú de fondo, suave,lo que hace que el tono general de los comensales no suba demasiado.
Los camareros, de negro, podrían haber salido del servicio de un marajá, educados en Inglaterra en una estricta etiqueta: oportunos, presentes, pero sin hacerse notar.
Los platos no se hicieron esperar.
Surtido de entrantes: compuesto de Samosas, Paneer Roll, Bhajias y Sabzi Tikki.
Después los currys. Esta fue nuestra selección donde todos compitieron por ser el mejor plato de la noche:
- Murgh Korma: Suave curry de pollo con salsa con frutos secos y azafrán.
- Murgh Makhni: Trocitos de pollo asado en salsa de nata, mantequilla y especias.
- Murgh Mirchiwala: Curry de pollo, ligeramente picante, con pimienta verde.
- Jeenga Dhanya: Langostinos salteados en salsa de cilantro fresco.
La cocina hindú no hace muchos aspavientos en su presentación, pero hay otro elemento que supera a está primera impresión y es el perfume de los platos. Y digo bien, perfume y no olor, porque las especias se saben de primera calidad por su intensidad aromática. Desfile de cúrcuma, jengibre, canela, fenogreco, semillas de cilantro, comino o pimienta. El sabor viene después: sorprendente, profundo, con unos matices y una sutileza que no he encontrado en otros restaurantes hindúes en Madrid.
Al final, y cuando no esperas nada más de una espléndida cena, vinieron los postres, helado de pistacho con cardamomo y azafrán, y mousse de mango y papaya con yogurt, el mejor calmante, para unos platos, al menos los que pedimos, que no se excedieron con el picante. Inmejorables.
Cenar 4 personas, con dos surtidos de entrantes, 4 principales, arroz perfumado, nam de queso, dos postres y cervezas salió por 32€ por persona. Francamente, para este nivel, no nos pareció caro.
Annapurna, como reza en la carta, significa la “comida de los dioses”, y en este caso puedo decir que no es una overpromise.
Calle Zurbano, 5. 28010 Madrid. España.
Teléfono: 91 319 87 16
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Nota:
Annapurna cerró sus puertas definitivamente en octubre de 2014.
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